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PARIS 2024, LA OLIMPIADA QUE SUPO HACER DE SU INAGURACIÓN, UNA GRAN FIESTA PARA TODA LA CIUDAD

Por Claudia Asúnsolo Rivera*


Como dijera Enrique de Borbón en el siglo XVI, Paris bien vale una misma, y unas olimpiadas, y una inauguración espectacular que se consagra como el mayor espectáculo de la historia, al haberse realizado a lo largo de 6 kilómetros, con una duración de más de cuatro horas y al haber contado con un público de más de 600,000 personas físicamente presentes; nunca antes espectáculo alguno, había sido presenciado por tantas personas en sitio.

Una inauguración que mostró a ese Paris multicultural, excéntrico, provocador y de rebeldía artística que muchos aman. Porque los franceses siempre han sido así: sexuales, dramáticos, rebeldes, vanguardistas, liberares y liberatarios y también provocadores ¿o alguien cree que el Can-Can y las noches de cabaret nacidas en el Moulin Rouge, no fueron un escándalo en su tiempo (siglo XIX)? Entonces por qué sería de extrañar que este magno evento lo fuera también.

Fue un acto de verdadera genialidad y creatividad, y también de sensibilidad social propia de la tierra donde nació la defensa de la libertad, el haber sacado el evento de inauguración al rio Sena, a los monumentos, a las calles, para que pudiera ser admirado y disfrutado por un gran número de personas en vivo y no solo por unos cuantos privilegiados con las relaciones necesarias o la capacidad económica suficiente para comprar un boleto carísimo y así logar estar en un estadio ¡un verdadero acto de igualdad e inclusión! Los parisinos mostraron sus calles, sus monumentos, sus marcas de prestigio; supieron aprovechar y presumir lo que tienen.

Igualdad, libertad e inclusión, valores asumidos en estas olimpiadas y por eso tampoco es de extrañarse que la comunidad LGBT+ haya sido incluida.  Y no, no es una imposición, ni una agresión contra los valores familiares ni contra las personas ahora llamadas cisgénero (que se identifican con su sexo biológico), ni una inmoralidad de los franceses. La llamada “Revolución de Genero” es un tema importante de la agenda social actual, por eso se hizo presente. Es una realidad social que no tiene revés le guste a quien si le guste, no le guste a quien no le guste, y aunque a muchos nos sea difícil entenderla. Una realidad cuya necesidad va mucho más allá de los juicios morales, porque lo que está en juego es la libertad de ser lo que se es, lo cual es fundamental para lograr el derecho más grande que tiene todo ser humano: ser feliz.

Las diferencias sexuales siempre han existido y lo que están pidiendo ahora, es ser vistas y reconocidas y no le faltan el respeto a nadie al dejarse ver, el que a las personas en general nos sea difícil aceptar lo diferente porque nos confronta, es otra cosa. Y antes de que los moralistas religiosos respinguen, les recordaré que Dios es amor y que si algo enseñó Jesús, fue el perdón y el no juicio. No señores, los niños no se vuelven gays por ver a una pareja de hombres o mujeres besándose, si se les explica que se quieren o gustan pese a todo, ellos lo entienden, así de fácil. Somos los adultos quienes nos complicamos con nuestros prejuicios.

Pero no nos salgamos del tema, como sea la presencia de la diversidad sexual fue de escasos segundos, en un evento de más de cuatro horas, en medio de una pasarela y luego de un baile en los que también participaron hombres, mujeres, jóvenes y hasta una niña comunes y corrientes ¿por qué tanto escándalo? Que fue grotesco o de mal gusto, dicen. Señores, el arte no tiene que ser “lindo”, debe comunicar y debe también reflejar su contexto histórico y socio/cultural y la revolución de género es una realidad de nuestros días y no se puede tapar el Sol con un dedo.  A mí no me pareció de mal gusto aunque comprendo que no es de un gusto generalizado, pero mejor citaré a Sócrates quien decía que lo bello es algo que acontece para un algo, para impactar, para conmover. Y cabe recordar que esta no es la primera olimpiada que incluyó la participación de drags en su inauguración, la hubo también en Sidney 2000.

Por cierto que la supuesta similitud con la pintura de La Última Cena de Leonardo da Vinci, (a tribuida solamente porque había un grupo de personas en una línea recta en lo que se creyó era una mesa) me parce producto de mucha imaginación (producto de querer buscarle tres pies al gato y siempre hay quienes lo logran, como dicen: el que busca, encuentra y hay personas a las que les encanta buscar). Me da la impresión de que algún grupo ultra conservador lo señaló así y los demás lo siguieron. Es que ni siquiera están en una mesa ¡es una pasarela! Ya se ha hecho la aclaración de que el performance en cuestión, estuvo inspirado en el cuadro El Festín de los Dioses del pintor Jan Harmensz (siglo XVII) en el que se plasma un bacanal (fiesta griega de vino y erotismo) con la presencia obviamente de Baco (dios del vino, el hombre pintado de azul -que Baco no es azul pero en fin, eso si, se le representa cubierto con flores- cuyo brevísimo acto -que confieso no fue de mi gusto- fue al más puro estilo francés) y de Apolo (dios del Sol, por eso el tocado en forma de Sol en la cabeza de la mujer que lo representaba, no era una aureola de santidad) lo cual, a diferencia del cuadro de la última cena, si guarda relación con el tema de las olimpiadas. Es cuestión de sentido común. De verdad me parece más que obvio que el número hacía alusión a los dioses griegos, al menos que alguien crea que Jesús o alguno de los apóstoles era azul…

Como diría el filósofo Francis Bacon, la belleza (y también el morbo y la maldad) está en los ojos de quien observa. Muchos lo que vimos fue una fiesta majestuosa, realizada en una ciudad hermosa mostrada por un portador anónimo de la antorcha olímpica, que representa simultáneamente tanto a la historia como a todo el pueblo francés (por eso no tiene rostro), realizando de vez en vez, movimientos al estilo de la disciplina del debreaking, que se suma al repertorio olímpico en esta edición.

La inauguración fue hermosa, y fue de menos a más por decirlo de alguna forma. En lo personal, el número de Lady Gaga pese a ser la gran artista que es, me pareció simplón. El video de la chica y de los tres muchachos en la biblioteca que terminan en una actitud sexual en un departamento, ciertamente me pareció fuera de lugar y que poco o nada aportó. Si lo que se pretendía era mostrar las grandes obras literarias francesas, quedó a deber. El toque humorístico y sarcástico de María Antonieta cantando, fue eso, una divertida manera de hacer referencia rápida y sencilla de un suceso histórico de gran importancia. Algunos se sorprendieron por ello ¿a caso el cine no está plagado de fantasmas cantarines? ¿acaso los mexicanos no hacemos cantar y bailar calacas y hasta nos comemos calaveras de azúcar?

Estos pequeños detalles quedaron eclipsados por el momento de humor de un deportista que llega con la antorcha olímpica a un estado vacío, para luego ser llevada al metro y rescatada por unos niños que bajo la música de El Fantasma de la Opera de Andrew Lloyd Webber, la entregarán al futuro portador anónimo;  por el espectacular desfile de las 300 embarcaciones con las delegaciones, sobre un río Sena que lució hermoso; por la vibrante participación del grupo de rock francés Gojira en la fortaleza de La Bastilla;  por la interpretación de Juliette Armanet (cantante) y Sofiane Pamart (pianista) de la canción “Imagine” de  John Lennon (himno de paz y unión) sobre una isla que bellamente flotaba sobre el Sena al anochecer, mientras el piano ardía en llamas.

También por el espléndido recorrido de Sequana, diosa del Sena, que portando el espíritu olímpico (la bandera), atravesó flotando el río, sobre un caballo metálico que luego se encarnó en un corcel blanco al pie de una majestuosa Torre Eiffel para luego llegar a la Plaza Trocadero donde hubo un acto inaugural soberbio; por la inspiradora participación de Céline Dion interpretando el tema "l’Hymne à l’amour (Oda al amor); por haber tenido detalles tan emotivos y significativos como la presencia del ateta de 100 años de edad con todo y silla de ruedas Charles Coste; por el recorrido de los atletas llevando la antorcha olímpica a través del Arco del Triunfo hasta llegar a los Campos Elíseos donde se alzó un imponente pebetero en forma de un muy francés globo aerostático; por una Torre Effiel que vistió de luces a la llamada “Ciudad de la Luz”.

Por ser está la primera olimpiada en la que se logra una participación de hombres y mujeres del 50%/50%; por haberse sido su inauguración en toda una ciudad y no solo en un estadio, la más ambiciosa de la historia, una verdadera fiesta callejera; por no haberse usado fuegos artificiales por primea vez en un evento de este tipo, para evitar su impacto ambiental; por haber tenido entre los relevos de atletas que hicieron el recorrido final del fuego olímpico, a atletas paralímpicos para continuar con el tema de la inclusión, y por su belleza, esta olimpiada en general, y su inauguración en particular, es pese a sus detractores, un parte aguas en la historia de los Juegos Olímpicos.

Vive la France

* Comunicóloga, escritora, terapeuta y conductora del programa Evolución 20-24 de Radio Passion US

 



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