En mi búsqueda personal por el desarrollo de conciencia y el auto conocimiento, desde hace algunos años, estoy como esponjita, tratando de asimilar toda información que llega a mí para poder gestionar mi día a día desde una perspectiva diferente. Porque, a todos nos pasa, las emociones y la mente nos pueden condicionar para actuar de una manera u otra.

Hoy quiero compartir contigo, hablando en voz alta, qué sucede con los apegos. En mi caso es todo un tema. Cómo nos cuesta a algunas personas soltar y desapegarnos, escuché un ejemplo que compartió una psicóloga argentina que me pareció muy claro, sobre una práctica que hacen en Indonesia para cazar monos. Por supuesto, que esto solo ejemplifica el tema, porque la práctica es totalmente horrible. Resulta que ponen una fruta dentro de una caja con una abertura pequeña, en donde solo entra la mano del mono. El animalito intenta sacar la fruta sin éxito, porque la abertura es muy pequeña y no lo permite, entonces el mono se aferra, lucha, no suelta la fruta y trata a toda costa de lograr su objetivo, fracasando en todos y cada uno de los intentos.

Me hizo pensar cuántos de nosotros queremos mantener agarradas diferentes frutas también, y no las soltamos, y nos aferramos como esos monos a pesar de quedar aprisionados y saber que nos estamos haciendo daño. Mirando el ejemplo del animalito, de lejos, racionalizando la situación, la solución es de lo más obvia… soltar. Pero no es así de fácil. Nuestras diferentes frutas pueden ser desde una relación, una pelea con alguien, un hábito, una actitud, heridas del pasado, una creencia, etcétera. Es algo que te lastima a largo plazo.

Soltar tiene mucho qué ver con el desapego que las culturas orientales han practicado desde hace cientos de años. Soltar es un proceso que requiere su tiempo y mucho trabajo interno, pues enterarme que el desapego va en contra del espíritu humano, es toda una revelación a mis ojos, ya que para la supervivencia necesitamos apegarnos. Lo natural es aferrarse como cuando un bebé lo hace por instinto con su madre para alimentarse y sobrevivir.

Y como no es natural, hay que aprender el camino para hacerlo. Si te ha pasado, así como a mí y seguramente a la mayoría de las personas, sabrás que soltar, aunque tenga diferentes grados de dolor, al final es liberador y hasta se siente más ligero el camino. Soltar no es fácil y no es automático, cuesta tanto neuronalmente como emocionalmente el reinventarse sin ese apego. Con ésta reflexión, me di a la tarea de hacer una lista personal de apegos y por lo menos, estando consciente ya di el primer paso para poder empezar a trabajarlos.

Te dejo un beso, gracias por leerme y te invito a mi programa ENTRE LETRAS Y OTRAS PASIONES, todos los martes a las 8 pm hora del centro de México.

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