Para mi como padre, desde antes de serlo, he tenido la incertidumbre de hasta donde es necesario o conveniente el intervenir tanto o tan poco, que permita que mis hijos vuelen solos o les ayude yo tanto a volar, que luego les haya limitado su propio vuelo.

Al paso de varios años, unos cuanto muchos libros e infinidad de horas comentando el tema con otros padres, muchos hijos, algunos abuelos y en general personas que tienen experiencia en temas como este, la respuesta más recuerrente fue: “No se que hacer”. En la misma búsqueda de una buena decisión, en los mismos grupos de control encontre una constante: “Hago lo mejor que puedo”. Por último, como una primera conclusión para este tema, aseguro que el 99.9% de los entrevistados, platicantes e involucrados en esta búsqueda, toman las decisiones basadas en el gran amor que tienen por sus hijos y, aunque hacen lo posible por que sea la mejor decisión, los corroe la incertidumbre de no saber si fue lo mejor o no para sus polluelos.

Después de años de estar tratando de encontrar los beneficios y perjuicios de ayudar tanto a los hijos, para facilitarles herramientas, senderos previamente trazados e incluso, las mejores recomendaciones y hasta compañías que les puedan facilitarles su vuelo, me doy cuenta que las bondades de este acompañamiento es mucho. Es notorio el beneficio en su autoestima, la fortaleza de su carácter y hasta una comunicación abierta y sincera con los progenitores que permiten tomar decisiones. En el mismo sentido, el desarrollo del liderazgo así como la facilitad para formar equipos de alto rentimiento, rinden fruto en la vida personal, laboral y familiar de los polluevos voladores.

Cuando identificamos que el apoyo, compañía y guía de los padres, para ayudarles a volar a sus hijos rinde fruto en la mayoría de ellos, no queda más que recomendarles que lo hagan de manera abierta, sincera y amorosa. En el mismo sentido, contemplar que la vida pasa “volando”, literalmente de acuerdo a mi programa en WWW.RADIOPASSION.US, de título: “Despegar a la Vida”, por ello, esta oportunidad de ayudar y acompañar a la generación que viene detrás de nosotros, tomándoles la mano, ayudando a limpiar sus heridas, eliminando algunos de los obtáculos de su vuelo y eneseñarle con el ejemplo la manera de tomar el mejor rumbo con las corrientes ascendentes, rendirá furtos en sonrisas y lágrimas dispuestas a ser de gozo y aprendizaje. Este apoyo y acompañamiento abre puertas y empuja la imaginación acompañada de ilusión para que el vuelo venga colmado de buenas intenciones que los llevarán al éxito personal, sin atorarse en el cumplimiento del estereotipo social y más que nada, buscando su propio vuelo.

Habiendo entontrado los pocos inconvenientes de estar tan cerca del aprendizaje del vuelo de los hijos que, podemos despreciar los puntos en contra identificados. Luego en tonces, hablemos de las condiciones que dbajo la práctia de permitir que los hijos vuelen solos, desde muy pequeños, con poca o nula intervensión en sus altibajos de vuelo. Identificamos que esta condición de vuelo más en solitario, es muy similar al desarrollo del cerebro reptiliano como principal actuador para las decisiones, muchas de ellas, por no decir que la mayoría, vienen de las pocas experiencias previas y mucho de la intuición que los polluelos tengan.

Cuando la condición de vuelo en solitario, con poca guía, muchos contratiempos inesperados, seguido de grandes responsabilidades sin acompañamiento, desarrolla en quienes vuelan, un sentido que les permite la toma de decisiones más rápida, certera y hasta intuitiva con un porcentaje de acertividad mayor que el promedio. La actuación solitaria, genera respeto, ayua a la autoestima, fomenta la de liderazgo y formación de equipos de alto rendimiento. El impacto positivo de esta forma de desarrollarse beneficia en mucho la vida familiar, laboral y ni que decir de la vida personal. La comunicación que se desarrolla es amplia, sincera, directa y objetiva.

Bajo los resultados mencionados en el párrafo anterior, aunado a lo previamente comentado, quisiera dejar en claro que, mi búsqueda para saber si es preferible involucrarse tanto en el desarrollo vuelo de los hijos al punto de facilitarles muchas cosas a diferencia de distanciarnos para ser espectadores de su aprendizaje y permitir que lo hagan por ellos mismos, me ha llevado a confirmar una hipótesis inicial. No hay plan de vuelo correcto, adecuado ni deseable para tomar acciones para el vuelo de los hijos.

Correcto, la hipótesis inicial con la que inicié mi búsqueda de aprendizaje para tomar las mejores decisiones para con mis hijos, se cumple nuevamente: No hay plan de vuelo correcto, adecuado ni deseable para tomar acciones para el vuelo de los hijos.

La condición que se presenta para formar y ayudar al desarrollo de los polluelos, varía en función de: el tiempo, el lugar, el espacio, la educación, historia personal, condición socioeconómica, cantidad de familia, ubicación geográfica, cercanía con la TV, redes sociales o libros, también intervienen los vecinos, los abuelos y hasta el clima de la localidad. A lo que quiere llegar es, solo hay un elemento básico e indispensable para aplicar en el preoceso del desarrollo y aprendizaje del vuelo de los hijos. Solo hay una herramienta de gran importancia que puede acercar a obtener un porcentaje alto de tranquilidad para los padres y de éxito para los hijos. El resultado nos brinda solo una condición que se tiene que implementar duante todo el proceso del aprendizaje del vuelo de los hijos que no debe de limitarse, por el contrario, debe de ir aderezando todo el proceso, mientras el proceso mismo se esté dando. Este elemento, esta condición y esta herramienta se llama amor.

El amor en la historia de la humanidad, ha sido el actuador más imporante de decisiones trascendentes desde que el homo sapies inició a tomar decisiones por el bien común. Hoy día, siglos después de que había pleitos con garrote por la defensa de los seres amados, seguimos tomando las mejores decisiones con base en el amor que determina nuestos sentimientos y pensamientos encaminados al bien común, ni que decir del actuar hacia nuestros polluelos.

El amor termina siendo lo necesario para cubrir la incertibumbre de los padres al respecto de su proceder y las decisiones sobre los hijos. El amor concluye lo que inició por amor al engendrar a nuestros hijos. Vemos que lo mejor de la vida es lo que nos dan los hijos, no lo que nosotros les damos. Lo que más podemos disfrutar es la retroalimentación implícita de una sonrisa, una abrazo y hasta una lágrima de agradecimiento cuando, al paso de los años, los polluelos ahora son las águilas al mando de su propio mundo. Nuestra porpiedad terminó al momento de la primera insipiración del neonato en manos del médico tratante, con ello perdemos el control, nos despedimos de la tranquilidad e iniciamos la nueva aventura de estar con nuestros polluelos. Por ello, seamos claros, lo mejor que podemos hacer es amar, lo demás es accesorio. Es indispensable amarlos, otros temas son herramientas y aderezo.

Permitamos que el amor guíe, acompañe y suelte. Dejemos que el amor insturuya, ejemplifique y libere. Seamos amor en nuestras acciones a través de nuestros pensamientos, permitiendo que nuestros polluelos sean la mejor versión de ellos mismos, amando su desarrollo, su desempeño. Seamos el amor que fortalece, seamos esa energía de la que venimos y en la que todos estamos conectados para que, con amor, nos volvamos leyenda y ellos sean el legado.
JOSÉ LUIS VILLANUEVA, LOCUTOR DEL PROGRAMA DESPEGAR A LA VIDA EN RADIO PASSION US

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